domingo, 29 de marzo de 2009

#24


El caminante marcha, figurando con su oído cuerpos que sólo la imaginación de un caminante puede concebir.

El caminante respira el silencio del presente, recuerdos del pasado actuado.

El caminante va tiñendo el rumbo. Cuadra a cuadra, cielo en cielo. Sus pasos son colores.


Cuando del Sol sólo es dueño el invierno, el caminante enciende su luz de niebla. Escupe melodías de canciones que le gustan tanto pero siempre olvida y juega a filmar películas con sus sentidos.


El caminante aspira el vapor de la gente, gran preocupación llamada ciudad.

El caminante inunda la mente, del que en la calle se detiene a mirar.

El caminante vive sin esperar, en su eterna búsqueda por la sensualidad de la felicidad.


Cuando la Luna dibuja sangre plateada en río del verano, el caminante conduce el viento hasta calmar el silencio. Hace de las miradas verdaderos aplausos y agonías, e intenta poner su radio en sintonía.

Y el caminante perdido va, como Dios de ningún lugar.

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