miércoles, 23 de diciembre de 2015

#220

La penumbra, la construcción de un ciclo maquinario, la necesidad de leer para escapar de una humanidad obsecuente en su incomodidad. El calambre de mis dedos torcidos y su olor a cigarrillo traicionándome.

En las esquinas del viejo barrio, la bruma de un verano tardío complica la transatlántica costumbre de vivir mirando al norte, las lucecitas de navidad haciéndose pasar por estrellas.

Los diferentes dueños, guardianes del jardín de las edades, y su recorrido apelante; En constante desafío de los designios del gran imán que junta átomos pariendo formas bajo las reglas de la flecha del tiempo.

¿Qué me llevó hasta aquí? ¿Qué me impide abandonar mi existencia?
Mi mente se vuelve insoportable ante la quietud, lo asfixiante de estar sumergido en el silencio.

Debía de resolver un caso tras otro, debía de llevar mi celular a todas partes, hasta en el baño. Me preguntaba la hora mientras orinaba, me preguntaba por qué.

La batería y los impuestos, los supuestos y el debate interno, la sociedad y los precios. Todo cabe en un instante y para siempre en la mente de los hombres, todo tiene sus etiquetas de diseño y su pequeña porción de selección artificial. El gran colador tiene cemento, smog y una pizca de neón.

Ya podrán entender por qué no me gusta esperar. 
Me estoy quedando sin batería y la música es suficiente, al menos hoy!

jueves, 26 de noviembre de 2015

#219

Son las cuatro de la tarde del año 1997, tengo siete años y en la radio suena Pubis Angelical. Es una de esas tarde de llovizna, es un recuerdo plateado: Estoy en mi balcón de la calle Obispo Trejo, dibujando el edificio del frente con demasiado detalle, pues todo tenía demasiado detalle para mi edad. Lo curioso es que no iba a conocer esa música hasta terminada mi adolescencia, así es la naturaleza retroactiva de mi memoria incremental.

Ya había mudado muchas veces de alma para mis siete años, mi cuerpo supo mantener cierta estabilidad, al menos en aquellos años. Aún así habían ciertas cosas que me marcaban:
Una campaña de solidaridad, una estética errada en las plazas, una falta de correspondencia entre la felicidad y las caras. Recuerdo que si era afortunado me llevaban al Oasis, ese lugar que me sofocaba cuando llevaba puesto pullover, un lugar que me dejaba afiebrado de tantos colores, luces y comida rápida. Había algo que estaba mal para mi edad, siempre me sentía más a gusto cuando volvía a la humedad en el aire y las paredes renegridas como testimonio de algo que alguna vez fue nuevo y ya está vencido. Si, siempre me sentía mejor al salir pero quería volver. Quizás hoy puedo pensar que era adicto al golpe de realidad: Me gustaban las imperfecciones de la calle y la quiromántica tristeza que producían mis palmas sobre las ventanas de aquellos coches en movimiento.

Volviendo al recuerdo, en los días de lluvia, cuando todo era plateado, siempre era mejor relajar los karmas. Era el momento de retratar edificios con la precisión de un futuro arquitecto, aunque años después hubiera terminado redactando para el imaginario individual una imagen subjetiva de las formas. Era el momento de construir ciudades enteras en el living y de dilear con las relaciones interpersonales de sus habitantes, con sus articulaciones pobres y sus cuerpos sintéticos.
Había que dejarlos engañados e ir a baño sólo para volver con último sigilo a espiarlos, sólo para verlos discutir sobre su Dios y Patrón, y de por qué nadie les preguntó los oficios que les fueron impuestos. Sin embargo ninguno nunca respondía y ese era el juego, estaba bien, después de todo había que relajar los karmas. 
Lo instrumental de Pubis Angelical ya termina, pero si algo aprendí es que hay discos que son tan buenos que realmente nunca terminan. Lo mismo pasa con los recuerdos y la naturaleza retroactiva de mi memoria incremental

¿Así era?

Fue uno en el noventa y uno.
Fueron dos en el noventa y dos.
Fueron tres en el noventa y tres.
Fueron cuatro en el noventa y cuatro.
Fueron cinco en el noventa y cinco.
Fueron seis en el noventa y seis.
Fueron siete en el noventa y siete.
Fueron ocho en el noventa y ocho.
Fueron nueve en el noventa y nueve.
Fue casualidad.

martes, 27 de octubre de 2015

#218

Artesanos de enfermedades, ignorantes del gran Ra americano, llegaron con la invención del pudor. Trajeron su libro y los nombres de las cuatro estaciones.

Es húmeda mi ciudad, es una brisa cuando la tarde cae y la noche aún se resiste de ser.
Es un punto de inflexión elemental, las cuatro energías de la especie humana moderna y su árbol padre sin raíces:

  • La hiper-información, esos primos mutantes de la electricidad y su affaire inevitable con la comunicación. 
  • El sexo y el vapor, lo nuclear del diablo, el callejón vacío y su temblor inconsecuente que refleja millones de penas en algún que otro continente, las sirenas lejanas como tragedias de ficción, de películas en Nueva York.
  • Ahogados gritos de gol entre pilares de cuatro paredes y lamparas colgantes, de radios perdidas y bares repletos.
  • Imágenes codificadas, el ser humano, la hormiga, el universo. La necesidad de mentirle a nuestros hijos para seguir viviendo.

Es la gran especie de humanos peces y su buena memoria, ya habiendo olvidado piensan que hubo algo bueno.

viernes, 21 de agosto de 2015

#217

Take a shitty picture before you walk. 
Take every shitty picture you can. 
Make yourself forget all about the World, one step at the time. 
Wherever ugly corner up above the heights you are, take a shitty picture before you walk. 
Right before the answers of who and why, just take a shitty picture before you walk.
Make yourself addicted to the idea of the amazing flying man and take a shitty picture before you walk. 
Learn about religions, one at the time. 
Find the missing seed of lies and take a shitty picture before you walk.  
Remember to translate your mind for all to understand and return the natives' souls before you walk. 
Take a shitty picture before you jump, at least your eyes will understand.

lunes, 17 de agosto de 2015

#216


"Deberíamos de... Deberíamos de comer a nuestros hijos. Deberíamos abrazarnos al rayo y subir. Es la única que hay, abrazarnos al rayo y subir. De comerle la comida se trata, a nuestros hijos por supuesto, eso está claro. ¿Si no para qué creímos en esta humanidad?"
Sobre discursos en la última cena.

Intoxicado lamiendo el cobre que pierdo, con un machete y su filo tan extraviado en mis bolsillos.
Busco cadenas de vídeo y su información divina, gateando por dentro.
Busco placer en su cuerpo, embebido en la libido del mar queriendo besarla completa.
Dejando un poco de su sangre en mi pecho, dejando un poco para después también.

Hoy más que nunca soy nadie, sacrificio de algún Dios.

Y sus sábanas, y su olor.
La respiración y el silencio.
La silueta de la mueca que vuelve, imperceptible al portador.
La silueta que te engaña y te roba el dolor.
Lo que tanto me gusta, lo que estoy perdiendo.

miércoles, 1 de julio de 2015

#215

Era de aquí. Tenía los ojos largos el ciego. Tocia de a estornudos, tenía los labios secos por el frío y le gustaba la sal.
Estatuas en la sal de su niñez, del todopoderoso sueño de tenerlo todo.
Del cristal de su gusto musical, aún inmaduro.
Veía en la ciudad algo más que el frío, sabía que lo iba a enloquecer.
Quería tener un gato y siempre algo para tomar.
Quería también poder escribir bien en las impares.
Quería tener los libros por la mitad.
No le importaba tanto el gato.
Podía ver en los colores algo más que sus nombres. Era un ciego porfiado. Demonio sediento, perdidamente enamorado del viento.
Vivía en el sur, sus ojos largos también. Creía en el mar de los pobres, en la repisa de pueblos blancos que adornaba la Tierra.
Sentía aquella completitud formada por sus sentidos, en aquel particular momento y sabía que eso era vivir.
No le niego mi ignorancia - Replicó cuando le entrevistaron sus sueños aquellos zorros plateados.
Los ojos verdes vidriados y felinos, los métodos de tortura modernos. La devaluación del ¿Y qué?.

viernes, 19 de junio de 2015

#214

La fatídica presencia de nuestra historia en la piel de nuestros hijos.
De genes malditos y pueblos fronterizos, impermeables a las guerras y sus gobiernos de facto.
De su sentida y única desaparición, de la gente que se murió preguntando por qué no pasa más el tren.
Del crecimiento del río y su clima bendito, de las puertas abiertas al rocío y los cerrojos vencidos tras nunca haber sido usados.
De mis abuelos, la medicina y el canto siempre de la mano.
Mi suerte que florece sobre la suerte de mis padres y la suerte de mis padres sobre la suerte de mis abuelos.

La crueldad de sus inviernos pagada por la claridad de su cielo, donde por las noches serenatas surgen y la vía láctea florece.
De allí vengo.
Donde la sonrisa y la solidaridad es reflejo.
Donde los mates por la tarde son más que suficientes.
Yo no nací en mi pueblo, mis genes lo hicieron por mí.
Y por mí deciden volver cada vez que me lo permite en mis bolsillos la suerte.
Para nunca dejar de ser niño, para nunca dejar de crecer.

Brindo por lo que fue y por el cambio, brindo en un mundo que no me pertenece, brindo como mis padres lo hicieron por sus hijos.
Brindo por mi pueblo.

¡Salud!

miércoles, 10 de junio de 2015

#213

Bastardo corazón, increpada enredadera del quehacer mortal.
Bastardo corazón, ¿Dónde fue a parar ese tal Olimpo? ¿Dónde frecuentan ahora los que se creían algo más?

La música ochentosa, bastardo corazón, inyección mental del octapad.
Tengo que cantar, bastardo corazón salí por la garganta. ¡Dale! Trepa y subite al tango digital.
Enseñale de colores, dale de comer vidriera al mundo en un bazar, hablale de Charly y el esquivo Sol invernal.

La estación de narices frías en un mundo super poblado de noticias.
Narices fritas también, de tanto nadar, de tanta comunicación global.

Bastardo corazón, ¿Qué me decís? ¿Vos jugás? Canillita, rodilla, pecho, pase y carnet de sociedad.
Club feudal de matricerias de olvidar. 
García y la noche que se come a mordiscos brutos lo que hay.

¿Qué supones necesitar? Vos marciano de los barrios, bastardo corazón. 
Prepotente deambulaste, caballero de cortina, sustantivo por la niebla.
¿Qué mirás che bastardo corazón?
¿Te conozco?


domingo, 24 de mayo de 2015

#212

Algunos estamos destinados a morir.
Sin la sal, sin el convento.
Despojados del show de las mentes taladro y su aburrimiento.

Alguno estamos destinados a vivir.
De la música y del Sol.
De las quemaduras, de las manos y narices frías.

Esta práctica surrealista despoja todo aquello por debajo de tu alfombra, en su paso además procura no correrte de lugar los muebles.
Todos salvo aquellos de más allá quieren que seas feliz.

Los conjuros del mundano, la soberbia del amanecer.
La leña y el fuego.
Lo fácil, lo conveniente, la corriente.

Seguila, ahogate, viví.

Lo difícil es discernir aquello salubre de lo que se quiere.
Lo costoso es cambiar la propia personalidad por una paz que no se merece.

Encontrar lo que querías y dejar de ser por mantenerlo.

La sal y el convento, el sabor de una boca sin hambre.
La música y el Sol, piel de la afonía.

jueves, 21 de mayo de 2015

#211

En el cielo la burla infinita del universo fecundo. La paradoja de las muertes que matan, el precipicio de mármol en los muebles. La frialdad de ese cuerpo pequeño y la sal de su sangre hecha lágrimas. La necesidad de vivir repitiendo morir en tu cuerpo. El reloj y la arena, los arrepentimientos. 
La rotación desparramada de un eje borracho, lo aleatorio del mar y tus besos.  Es mi vida, es mi cielo. 
El extraño y su duelo. El dolor en mi pecho. Construir lo que queda de tiempo, mi consuelo.

#210 - Sombras pt 3.

Los ritualistas arremetían contra la nocturna con expresiones de una vida febril, la gran brújula psicópata que guía el corazón de los hombres. El magnífico imán indivisible y su chiste negro.
Los bancos de la vieja plaza siempre hacia el horizonte del este: Una avenida y su plegaria a los mares de cemento, último testimonio de aquel milagro bíblico y su Moisés en el anonimato.

Otro más y ya van cinco, una espera de cinco.
Había tenido parientes lejanos con los contactos adecuados; había tenido éxito y cierta fama consecuente. En pocas palabras una reputación de hacedor y no de palabras.
Ya no se cruzaban de piernas las damas, salvo para ofrecer.
Ya había pasado el momento de ese que se ríe muy fuerte de todo, ya no causaba más gracia.
Verán este fue el problema de la generación del fin del mundo: Tantas herramientas, tantas posibilidades para hacer, tantas facilidades que nunca supimos que carajo queríamos y estaba mal querer porque si. La pasábamos tan rodeados de estímulos y proyectos que quedamos atrapados en ese tornadito purpura que nos lleva por el día sin hacer nada. El libre albedrío se había enamorado.

El dije al tipo que a las nueve, nuestras nueve. Debería aprovechar el tiempo, maltratar el hígado con algunas preguntas por aquí y por allá. La cantina debía de ser la mejor opción, ese nexo con todas las esquinas del lugar, una primitiva Internet que intentaba volver a las bases.
Ella había desaparecido con el despertar de su raza, el conocido nacimiento de la meta-humanidad. Ella era adicta a cambiar, soberbia en su aparente superficialidad se burlaba de los que habían nacido para no mirar más allá. Colorada, rubia y púrpura. Morocha, plateada y carmesí. Me tenía como un pobre perro queriendo olfatear el color de su pelo.
Aún así pude recolectar alguna información: Un mirador de su predilección en esta ciudad esquiva y un hobby oculto como escritora amateur.

¡Qué cliché! Una búsqueda del tesoro. ¿El tesoro? Una poetisa maldita.
Necesitaba adquirir algún texto de su puño y letra.
Había demasiados locos por la pluma dejando sus pequeños agujeros de gusano por todos lados y el mirador no iba a ser la excepción.

jueves, 23 de abril de 2015

#209 - Sombras pt 2.

El huracán, la novedad, lo que no esta escrito. 
Esto es, todo aquello que no esta escrito. 
A veces sueño poder escapar de esta narración, en mis sueños soy consciente de esta prisión de argumentos cíclicos e incoherentes. 
En la vigilia busco encontrarla, darle un cierre a este mundo que ya terminó y se olvidó de sus hijos.
Pero están escritas mis decisiones al despertar y es inevitable sucumbir a un segundo plano, un espectador impotente que perdió su oportunidad de leer la última página del libro.

Hace ya un tiempo dejaron de importar los relojes, desde que nunca más se hizo de día y sus testigos desaparecieron misteriosamente, a nadie parece importarle la hora, a nadie salvo por aquel detective. 

Son las 7 PM.

Lo conocí dentro del corazón de todos los suburbios, un castillo de cristal de licor, humo de marihuana y ruido. Tomaba un ruso blanco, llevaba puesta la mirada perdida, parecía que pensaba en nada y se mentía. Me habían hablado de él, solucionaba con la verdad, cobraba con la energía vital de las resoluciones ajenas, te leía los labios mirándote a los ojos.
Le hablé de ella en detalle.
Me preguntó si la amaba y no me dejó responder. Se levantó, prendió un pucho y vistió su rostro con el humo. Me ofreció un reloj.

Mañana. 9 PM. Nuestras 9 PM. - Dijo.

El ruso blanco se perdió entre manos oportunistas. Mi distracción apenas pudo alcanzar su silueta al salir.
En mi palma una servilleta y el lugar de encuentro.

martes, 14 de abril de 2015

#208

Hoy me levante con una máquina en mi cabeza.
Hace ruidos extraños, me dice que es de día la máquina en mi cabeza.
Es por las mañanas que suelo encender esa máquina en mi cabeza.
Hace pájaros y me habla de la lluvia, la importancia del café, los cultivos de vida y alegría del Sur.
Me habla del pasado y su regalo siempre presente, del dolor y sus pasos al costado.
Mis orgullos, la máquina y el Sur.

Hoy me levante con una máquina en mi cabeza.
Hace ruidos extraños, me dice dónde estoy, me dice quién soy... Esa máquina en mi cabeza.

domingo, 12 de abril de 2015

#207

El ser humano es una capa de abstracción tras otra sobre sí mismo.
Tomá... Hoy y para vos, esta es mi abstracción de mi. Materializala, dale el recuerdo.

A este le puedo decir x e y.
A esta le puedo decir a y b.
A algunos le puedo decir todo... Por suerte.

viernes, 10 de abril de 2015

#206 - Sombras pt 1.

Escuchá dijo el ángel vigía de los amables traidores, a través del dossier ajeno de satelitismos colectivos. Que era de noche en la ciudad de las almas de bajo vuelo, que era el comienzo.

Simulaba que sucumbía la pétrea oscuridad ante los despojos de un cigarro mal prendido, endulzando el aire con el humo.
La nicotínica paciencia de una espera agridulce embebida en el argentado hálito lunar: Una noche que daba tregua a la irrealidad fantástica de hadas prostitutas y drogas mal aprovechadas, mediante sirenas distantes y vapores ardientes de poros modernos... Eramos lo que había quedado del infierno.
Vivía dentro de una obra de arte producto de una humanidad inconsecuente, un jardín de sombras de neón inconcluso de cemento sobre cemento: Una ciudad que lo tenía todo, de los más lindos callos sobre el rostro del planeta Tierra.
Durante la espera unos titulares de diarios volantes le dieron belleza en su forma a la férrea brisa industrial... Así se decidió, que debíamos ser flora y fauna compuesta, con titulares y bombas nucleares. Pero nadie pudo negar la belleza.
En la distancia, heroicas figuras rompían la niebla a paso constante y borracho.
Alguno debía de ser mi cliente. - Pensé en voz alta. - Mi navaja de Occam contra el aburrimiento.


miércoles, 4 de marzo de 2015

#205

Pasas por el gimnasio y siempre es más interesante la que no te mira. Por esa razón después de que hayas sido millonario lo suficiente, aún después de declarar que el dinero te hizo una mejor persona contigo mismo, la cima se volverá tu peor pesadilla y la caída inevitable consecuencia de la satisfacción, del más intrínseco aburrimiento que produce tenerlo todo. 

¿Qué le sucede a los ricos? 
¿Por qué se deforman? 
El precio de poder pagarlo todo. 
La incompletitud de cada individuo, la humanidad conforme. 

No mal interpreten, también quiero ser un millonario excéntrico, con Juan Domingo, mi puma verde escarlata, mi isla de playas azul aquamarino y mi batería de misiles anti-huracanes.
Lo tengo todo pensado, todo lo que no existe. Eso es planear, pensar lo que no existe.
Falta mucho todavía.
¿Para qué? 
Para la pesadilla.

domingo, 1 de marzo de 2015

#204

Todo lo profundo ama el disfraz. - Gustavo Cerati.

Aquello fundamental del mundo, fatigada fragua del coste-beneficio, las lluvias, los cinco sentidos, el café, nuestros incumplidos.
No va a haber silencio, salvo en la plenitud de unos cuerpos cansados, salvo en la caída misma.
No puedo escribir, no puedo estas cuatro paredes.

domingo, 22 de febrero de 2015

#203

Un sorbito de café, otro sorbito de vos también, que palabra fuerte ese pronombre personal y vos.
Humito en el café me dice que espere.
Hoy se dice que hace frío en las grandes ciudades de la humanidad.
Acá esta soleado, a veces salgo a tomar café a la vereda y observo esa delgada frontera que dejan las sombras en el suelo, observo absorto contando cuantos sorbos faltan para llegar al trago. A veces también me miento que lo hago, el café se va dejando.
Somos palabras, puntos de referencia, un puñado de percepciones mal traducidas por un lenguaje hambriento, de voraz incompletitud. Somos unos kilos de esto, unos metros de aquello.


miércoles, 18 de febrero de 2015

#202

Entumecido en su mambo va, el pibe orejas de algodón.
Con un gesto casi consensual.

Toca la murga buscando unos pies.
Recibe su tango, la suela y el canto.
Pa la casa, pal río repiten sus pasos.

Las tardes van ciegas cayendo sin vueltas.
Las lunas son nuevas, percuten maderas.

Juanitas te bailan, calando tu suerte.
Tus ojos rechinan al viento con sol.
Los niños sonríen jugando a la muerte.
Tu vida, un puñado de días, los gritos de gol.

Fragmentos del Ícaro encendés.
Me caigo aspirando más de tu piel.
Exhalo de tí, comparto y lo pierdo.
Soy sólo un acorde del mar, un anhelo.

Toca la murga en la vuelta un silencio.
Se siente que late ese fuego sonámbulo.

jueves, 12 de febrero de 2015

#201

Me envuelve... Imagino real volver a los cigarrillos. Los ojos achinados por el humo, un poco del bueno, el malo y el feo, un poco de pánico y locura en Las Vegas también. La sonrisa en el reverso del rostro, la mirada atenta y perdida. 

Un sólo Dios y es que no importa.
Una calma y un vacío.
Una tolerancia, algo por detrás de lo superficial.
Un poco de felicidad, también un poco de no saber que es lo que hay.

Lugares que no están.
Canciones que vuelven diferentes.
Inmediatamente vuelven diferentes.
No importa cuantas veces suenen.

Pausas y esperas.
Un milenio fugaz.
Sed, hambre.
Libertad.

Entumecido en su mambo va, el pibe orejas de algodón.
Con un gesto casi consensual.

miércoles, 4 de febrero de 2015

#200

Una noche que no se dejaba dormir.

Encendió el mechero con su mano izquierda, lo mantuvo y observo su llama, escucho el suave silbido del gas que escapaba. Sumido en la llama, el metal se calentaba, todo el mundo alrededor crecía y giraba. La música dejaba caricias de psicodelia que se esfumaban al menor contacto. El tacto no pudo más, el fuego volvió sobre si mismo, la caída fue inevitable. Nunca iba a dejar de caer. Afuera, en ese otro mundo, lo rodeaban muebles que luchaban por no ser viejos. A veces lo entristecía el paso del tiempo. Todo debía brillar en el mundo de los nuevos.

El té está caliente, me hace transpirar. Todo me hace transpirar, esta ciudad y su aire espeso. Una sopa de neón, ruido de sirenas y cal. Amo esta ciudad. De vez en cuando la música me inspira, generalmente me bloquea, es demasiado para mí, uno quiere morir cantando. Mi religión habla de dioses cantantes, escenarios infinitos y alguna que otra génesis para el mundo. Terminé el té, el proceso fue complicado, había que cosechar, transportar, envasar, distribuir, comprar, hervir, servir, azucarar. Sigo transpirando. A veces sospecho de mis textos y su supuesto surrealismo, sospecho de un posible inconsciente dirigido. 

Sabía que su inspiración duraría tanto como la llama, debía darle un cierre seco pero llenador como esas canciones de funk que terminan de golpe y no hace falta nada más. Alguien volvería a encender aquel mechero, probablemente él, probablemente para algún té, probablemente no.

Canta una mujer, la conozco como se conocen los extraños. Famosos, internet y otros turbios diseños. Me gusta su voz, ya no transpiro más, el cambio volvió a su lugar. Dice que se siente enferma, dice algo mas también, en su idioma suena sensual. Optimismo a todo color, montañas verdes y un cielo nublado. La brisa que limpia, suave humedad. No terminé de masticar el té, algunas cosas son como chicles para mí, quizás tenga que ver que usé dos saquitos. Volvieron los mosquitos, el dios espiral se fatigó. 

Un primer lunes, un primer viaje.

Volvió a la rutina el caballo afilando los dientes, se había olvidado los auriculares. La humedad sabía molestar, el trasporte público era parte del gris ensimismado de la ciudad. La espera se extendía en la distancia, todos compartían la misma cara. El calor de un sol que no está. Le iba a ser difícil disimular aquel fuego.

Me logré sentar, última hazaña infantil posible en este invento argentino. Desfila la gente en la pasarela de hule, una brisa necia golpea mi cara. Es la velocidad, me explicaron alguna vez. No tengo qué escuchar, salvo historias de encuentros casuales, algunos incómodos, otros divertidos, todos en alguna forma mal guionados por los designios del gran imán. Tarareo una canción que nunca escucho, me suele suceder cuando no tengo qué escuchar. Son cosas que no puedo manejar, como las tildes. 

Un despertar de sábado, un típico aftermath.

Comía papel y escribía, una gitana le había aconsejado que comiera el papel para darle volumen y consistencia a sus textos, él en el fondo quería ganar un premio y ser declarado eterno. Me sorprende pensar en la interminable cantidad de curas para la ansiedad que solían dar los curanderos. No había nada que comer, esa también era la realidad. Lo que necesitaba era café.

Tengo que ir al super, dos tomates y aire frío en la heladera. Piedra preciosa el aire frío. Tengo cansadas las piernas, quizás bailé, quizás fue el gimnasio también, vaya uno a saber. Había lechuga también, mi heladera la congeló, suele hacer esas cosas con la gente que no le gusta. Vaya uno a saber.
Anoche soñé, fue tan vívido el sueño y tan borrosa la vigilia que los confundo con facilidad. Construyo recuerdos a partir de fragmentos de mi inconsciente, busco mensajes que nunca existieron. Voy barajando y repartiendo los momentos, caricaturizando lo que es y lo que no. Fue interesante este sueño, desde la lectura psicológica uno podría pasarse la vida ahondando en significados, muchos obvios hasta para mí.
Soñé con ella. En la radio Sidonie me dice que es un día de mierda, la imagen que pinta es la de un hombre y una resaca setentista, no estoy completamente de acuerdo. Soñé con ella, estaba semi-desnuda reposando y charlaba como si nada. Cómo todo lo que hace, como si nada. Había viajes, visitas, autos, colectivos, amigos, conocidos, cielos para perros y la música suave que escucho. ¿Hasta cuando los sueños forman parte del presente? Ahora suena Miss Cafeína, me gusta su nombre, de polvo y flores el disco. Estoy seguro, su significado en argentino es otro. Nos besábamos y algo no andaba bien, me quería convencer que algo no andaba bien. Le temía hasta en mis propios sueños. Daños colaterales de una vida entera apostando al doble cero. Suena Ciudad Vampira, las canciones a veces tienen razón y a veces no.

Un domingo de lucha, la resistance química.

Había llegado el momento de luchar contra los designios de un día mal acostumbrado por las costumbres paganas. Un dios y su frenético espiritual día de descanso. Había que alimentar, santinar el alma a prueba de pecados y cuchillos afilados por el cielo. Sólo así uno puede concluir que la gente es linda, en sus diferencias bien adentro.

Había tocado fondo el efecto, el placer se diseminaba desde las entrañas hasta el universo. No había punto de retorno, tampoco lo quería. Las teclas producen por cuenta propia, su sonido seco estimula al dios de las cajas de metal y su materia informática intangible. La conexión humana que derroca tímidos, que juzga con errores de ortografía, que muchas veces se come las eses. Estoy en un pasillo a medio recorrer, estoy en el mediodía y mis piernas golpean al ritmo, lo castigan, lo acompañan, aman la música.

Un incumplido.

Llegó hasta donde no debía. Sus cálculos siempre fueron correctos, salvo por el hecho que se mentía. Tenía muchas formas que ocupaban su cabeza, luchaba contra una marea que crecía, se comía sus propios miedos, aceptaba las vergüenzas de quedar expuesto.

Me gustaba y soñaba apagar su mente, ya había resuelto fracasar en aquello tan hablado y pensado. Necesitaba que los días pasaran para poder concretar la esperanza de una falsa calma. La creatividad venenosa que pospone hasta la ultima consecuencia el deber. Tan sólo por un poco más de libertad, por un poco más de juventud, por el irrevocable terror que significa no sentirse niño. Estaba harto de estar muerto, de los placebos y sus precios, de sus negociados con el frágil equilibro del mundo a base de plásticos financieros y metales desechos. Los intereses, los recargos, los demonios del inframundo y su lugar en sociedad. No quería deberle mi vida a ningún Dios, no quería tener prestamistas de mi libertad. Repudiaba lo divino y lo humano, los odiaba por igual. Las melodías cada vez tenían que estar más fuertes, los diques crecían, las grietas con cada sorbo de agua, la respiración y su placer oculto. La gente, los apretones de manos, los besos, las muecas y los lugares oscuros.


A veces no sabe cuando terminar, no encuentra ese arreglo final.

lunes, 19 de enero de 2015

#199

Cómo te dibuja mi mente falda hermosa de mi sierra, mientras me alejo amansando el presente, dando luz a recuerdos. Con la mirada quieta ante el harto desierto de noches menguantes y cemento creciente que anuncia Febrero.
Pronta estación de violines eléctricos, descarrilados sentidos de tempestad y temple.

¿Qué habrá sido de la gente?
 ¿Cuántas almas necesitó la casualidad para esconderte?
 ¿Dónde estábamos cuando te encontré?
 ¿Y cómo fue que resumiste tu pueblo en un laberinto de mesas, pliegos y sueños?

De reojo me apuraste el trago, no había coraje suficiente.

Dicen aquellos, que saben responder los porqués, que hubo un séptimo día y fue de calma... Yo supongo que algo tuviste que ver, se necesitan todas las creencias del mundo para justificar que tu carne es tangible espejismo de todo aquello declarado perfecto. Y tus labios, doy testimonio de esos labios que nunca necesitaron artilugios del rubí para provocar la más espesa e interminable sed que los hombres iban a conocer.

Así era aquel pueblo donde si la suerte lo quería no había río, valle, sierra o Vía Láctea suficiente.