viernes, 3 de febrero de 2012

#100 (El capitán)

Nunca hubo suficientes novelas en su biblioteca, así que su mente decidió regalarle un mundo nuevo lleno de desafíos y reglas rotas, y por supuesto él era el protagonista.

"¡La prolijidad ante todo!" - Así gruñía el capitán desde su tele-cósmico vehículo, la Stratovarius Parlante. Deseoso surcaba cielos que no conocían direcciones. Queriendo acabar con lo desconocido, con su hambre de misterios irresolubles.

Aún sin juicios ni prejuicios, se consideraba una suerte Cuasimodo colonial. Despojando del anonimato a tierras baldías inexistentes, sin nadie a quien reportar sus logros y carente del atractivo que nos da el compararnos con otro ser vivo. Nadie supo responder jamás por qué el capitán decía frases, muchas veces incoherentes, hacia la misma nada, descubierta por él en una de sus fatídicas travesías. Quizás era para evitar sucumbir en la locura o simplemente eran gestos de cariño hacia ella.

"¡Deus ex machina!" - Decía el capitán desde uno de los miles de puestos de mando que había esa tarde. Verán, la Stratovarius poseía la particular capacidad de cambiar su forma según el capitán se lo propusiese y curiosamente esa mañana el susodicho había despertado con la obsesión de tener cuartos repetidos por miles. Lamentablemente no hubo multiplicidad alguna que pudiera acabar con la voracidad de nuestro aventurero y comenzó a delirar...

"¡Nene, apurate que llegas tarde!" - Le gritaba la Matriarca a nuestro capitán de niño. Matriarca, conocida también como Emperatriz, Madre Superiora, Noradoratriz y alguno mas que seguro me olvido, era una personalidad con una superioridad dada por aquellos que llegan primero y acomodan las cosas.

"¡Hasta que no termine Kill My Mother no voy a ningún lado y no me tutee sin permiso!"- Escupió el capitan en un momento de lucidez épico.

Luego despertó y ya no era otro tiempo sino otro lugar, era una plaza infinita llena de ciegos discutiendo abstracciones. Lo perturbador era aquella comezón que parecía ser crónica en sus ojos, los invidentes no parecían dejar de rascarse. "En este lugar no hay tiempo" - Pensó el capitán mientras intentaba soportar a ese ejercito de asíncronos y perpetuos movimientos.
Pero todo termino y en mi opinión no era casualidad que el capitán estuviera de testigo. El tornado de intelectualidad se desplomó ante sus pies, el capitán la vio. Era el tipo de mujer que sabía actuar en la imaginación de los demás, era una trampa sutil en un mar de arenas movedizas. En un abrazo la pudo encontrar al mismo tiempo que sintió un puñal frío como predecible pero él supo sonreír antes y así despertar en uno de sus tantos cuartos, sobre la cintura de alguna galaxia con el Sol sobre sus hombros...