sábado, 31 de octubre de 2020

#240


De su parchada sabiduría sabía, manejar el arte de comprender su ritmo.

Sabía cuanto tiempo le quedaba.


Se lo silbaban los días plateados, entre las nubes y la intención del Sol.

Entre sus ojos,  sobre sus manos, ese deseo a cuestas, siempre por mas.

Fatigado si se le cumple,  fatigado sino también, fatigado de todos modos.


¿Cuál es tu cuadro hoy?

¿Cuál es tu musa?

¿Es ese pasado tan puro?

¿Es esa humedad en la pared?

¿Es el mejor momento de tu imaginación?


¿Será que ya aprendimos todo y vamos recordando la niñez? ¿Será un eterno retorno?

Y yo que volvía mil veces esos metros, desde el cyber del papá de mi mejor amigo hacia esa casa dentro de la casa de mis primos, ese refugio reforzado.

Debajo de un astro plagado de arte y electricidad, que se comía la realidad dando un relato de su futuro.

Ahí donde construí mi instinto y confié en mis silencios.

Ahí donde aprendí a hablar.