miércoles, 21 de diciembre de 2011

#99

Son las cinco de la mañana en mi ciudad, sinceramente no parece diferente a cualquier otro lugar. Con un par de whiskeys en mi espalda me dispongo a transmutar…
Me preguntaba de mi mente cuando niño, cuando mi madre me decía que mi abuelo después de su tiempo se había vuelto una estrella, y yo entreverado en una hermosa ignorancia pensaba: ‘¿Por qué te has transformado tanto?’. No podía tolerar lo infinito de su nueva existencia como un astro permanente bien adentro en mi existencia. Era todo tan tristemente hermoso que con solo levantar la mirada en una noche cualquiera de verano podía ver en un cielo bien puntano unos guiños de esperanza imaginada.
Verán queridos lectores que nunca en mi vida tuve a nadie más que los de mi infancia, se muy bien lo difícil que es luchar piel contra conciencia, la sangre de una letra imaginaria. Y se muy bien fracasar en el intento.
Y vos mi querido primo que me preguntas qué es lo que me hace escribir, no pretendo desilusionarte al decirte que es dolor. Pues pretendo que me escuches al decir que no hay nada que nos enseñe más que aquello que nos hace libres, sea traer una nueva conciencia a tanto ruido o sea aquello que nos hace vivir con determinación cada momento. Mi consejo es que nunca descuides a tu familia, y que sepas que a la familia se la elige uno.
Así como vos pudiste elegirme a mi como tu hermano, un tipo que sufrió un abandono muy fuerte pero sin culpas ni rencores, podes elegir tu vida. Y sé que en tu vida vas a elegir no abandonar a los que necesiten de tu ayuda, ya que lo demostraste en cada paso que diste. Y si todavía te preguntas sobre cómo escribir, solamente te puedo decir que escribir es vivir, y que no necesitas consejos.