jueves, 20 de febrero de 2014

#162

Yo quiero más, yo necesito solo un poquito no más.

Antes escribía sobre praderas, montañas y ríos, sobre una dulce brisa de humedad que alimentaba el alma con optimismo y paz, anhelando vivir en el misticismo de lo inexplicable, siembre bajo un cielo nublado y un presente templado.
Luego escribí para aquellos huérfanos de amor, aquellos sumidos en un delirium tremens de necesidad, no inventaba más que finales felices y no era otra cosa mas que mi necesidad de recitarlos al espejo, eran placebos que funcionaban como diques agrietados conteniendo el flujo de la realidad y era ese tenue cause artificial, mi día a día, el motor.
Un día todo rebalsó, tuve mi final y no fue feliz, pero entendí que nunca lo son hasta que uno acepta que las palabras que nos enseñaron de niños están mal hechas, no responden al mundo. ¿Y el resto? ¿Fue feliz? Si y no, no lo se. Simplemente fue, de la misma forma que nací y moriré, simplemente haciéndolo. 
Y escribí, siempre escribí. No se a qué vine a este mundo y escribo que no lo sé, no se quien sos ni qué me abruma de las estrellas cuando trato de entenderlas pero lo escribo, escribo todo esperando guardarlo en algún lugar de este universo para que alguien alguna vez lo entienda y, si puede y no tiene apuro, me lo explique.
Anhedónico escribí durante mucho tiempo, sin llegar a ningún lugar. Se que hay gente que puede narrar increíbles y extensas historias con una coherencia admirable y los envidio, mi mente solamente responde a estos caóticos sentimientos y no puedo hacer otra cosa mas que escribir sobre ellos. Y si, si no siento nada, no puedo realmente escribir.
¿Y ahora? No lo sé. Tampoco sé en que momento llegue a este renglón pero lo escribo. Y no voy a llegar más lejos.



Forget the plans, forget the manners, forget everything till dawn...

martes, 11 de febrero de 2014

#161

Todo es motivación, ésta trasciende toda naturaleza y costumbre. Con la correcta determinación el ser humano se extralimita, rompe con el instinto y logra sus objetivos. No me crean simplista por decir esto, se que hay muchísimos factores que entran en juego además de la fuerza de voluntad, pero a lo que voy con esta idea es a plantear el efecto contrario, esto es cuando uno se infecta con la duda, el temor, con la depresión. Por más que no me guste y no me lo crea tengo que considerarme en alguna especie de de-pre-sión...

Verán, desde siempre me sobre exigí en toda mi naturaleza, aún cuando niño me creía adulto, insultaba a mis pares por creerlos infantiles y quería trabajar e ir a la facultad. Esta inflexibilidad también la tuve y la tengo en mayor medida con mi apariencia: En una época tenia complejos con mi delgadez, no quería que nadie me observara por ello. Con el tiempo me daban vergüenza mis piernas, no sabia bien porque pero lo resolvía escondiéndolas. Luego fue mi aparente sobrepeso y así...Todo concluía en un notorio temor a la exposición y la necesidad de una necia perfección, pánico a la equivocación, a tropezar en la calle frente a la crítica mirada del anonimato. Y si se me veían los mocos era el fin.

Todos estos comportamientos fueron combatidos de diferentes formas, mediante crisis de choque, terapias fantasmas y placeres líquidos, pero lamentablemente nada funcionó y todo concluyó en los funestos cimientos de mi personalidad actual. La cual muy superficialmente hablando se define como una forma de mantenerme en una zona de conformidad, logrando evitar cualquier forma de cambio y de intento de 'vivir la vida' como suelen decir. Una personalidad auto-limitada que fortalece en extremo aquellas actividades que dan seguridad y confort, que socavan la felicidad al negar la existencia de 'algo más'.

Por más aburrido que suene vivir así, puede llegar a funcionar siempre y cuando no haya problemas en las cuestiones básicas que uno debe desarrollar. El problema está cuando hay algo que esta mal y para solucionarlo hay que salir de la zona de confort, cuando tanto el problema como la solución son insostenibles.  La felicidad se ve diezmada y uno se encuentra construyendo su propia jaula, el espíritu languidece y la inanición mental se hace inminente. Ahí es cuando uno opta por los extremos.

Verán la contención es como la muerte de las estrellas, uno puede explotar como una súper nova y arrasar con todo a su camino y contra su voluntad, o uno puede consumirse como una enana blanca y en ambos casos eventualmente desaparecer. Disculpen mi ignorancia, seguramente me equivoco ya que poco sé de astronomía pero no me importa.

Tengo que admitir que hay motivación en mí, que he hecho cosas para mejorar pero siempre a un nivel muy superficial. Lo que sucede es que hay ciertas cosas que vuelven cuando uno quiere darse el lujo de vivir y que se tornan yunques que destruyen la esperanza y cada vez es peor.

Así fue que en uno de esos ciclos descubrí que estaba considerando quitarme la vida. No me considero cobarde por ello, tampoco estúpido, simplemente no me motiva existir, son demasiados problemas, cuando algo viene mal y no se puede reparar hay que desecharlo, aunque ésto sea uno mismo.

No es para alarmarse, me conozco y se que el daño que causaría me lo impide... Si, hay una contradicción en todo esto: Me importa demasiado mi gente, los considero trofeos, estorbos, cómplices, etc... Si no existieran aquellos que me rodean, lo hubiera hecho hace mucho tiempo.
También especulo con el post-mortem pero siempre desde el punto de vista de la vanidad...
¿Qué dirán?
¿Cómo y cuánto llorarán?
¿Se les caerán los mocos?
¿Transformaran con el tiempo anécdotas mías haciéndome quedar como un héroe?
¿Recopilarán mis escritos en un libro?
¿Incluirán esta carta?

¿Y el más allá? Nunca me importo... Lo sueño como un cuarto blanco con una casetera vieja, lo sueño como la nada misma, un estornudo que se propaga hacia el infinito mientras me cantan al oído 'estuuupido, estuuuupido'.

Mi personalidad derivo en una obsesión por la perfección como dije anteriormente, lo que a su vez derivó en una obsesión aún mayor por la planificación y como considero a mi propia muerte como un asunto de mayor importancia, planificarla debe ser algo fundamental para que ésta sea perfecta, y así satisfacer mis necesidades aún después de haber vivido.

Estoy completamente loco, obsesivo con una perfección que en mi propia contradicción reconozco como imposible de lograr, embriagado en mi propio egocentrismo, creyéndome en un delirium tremens que racionaliza a gusto toda perspectiva que mantenga en calma el insaciable temporal de tormentos que conforma mi psique.

¿Cómo lo haré?
¿Dónde lo haré?
¿Incriminaré a mis enemigos en un magistral plan digno de una novela de suspenso?
Las posibilidades son numerosas y en combinación abrumadoramente inacabables.

Es desesperante saber que en mi propia locura no encuentro forma alguna de culminar con mi vida, reconocer que voy a pasarme toda mi vida planeando el momento ideal para cumplir con mis estándares de calidad. Es desesperante darse cuenta que accidentalmente voy a construir una familia y un hogar en el camino, que cuando llegue a viejo la vida misma me va a arrebatar el derecho a morir bajo mis propias manos.

#160 (En perfecta sintonía)

La fui a buscar a la facultad, era una tarde que no se terminaba de entender. Yo había tomado algo, era fuerte... Me cambiaba...
Me detuve para observar la pasarela, eran piedras de diferentes tamaños, colores y formas; parecían moverse, como si el suelo fuese victima de un temblor gelatinoso, podía percibir las ondas de calor que emanaban, sentía que algo me decían. Me vi tentado a tocar aquella pasarela pero me rescató la bocina de algún auto vagabundo y recordé algo... Algo sobre la sociedad, el que dirán y lo que esta bien visto.
Alcé la mirada hacia el final y ahí estaba ella, nunca la consideré hermosa pero ahí estaba y me observaba. Ella, toda completa y perfecta, hermosa...
Me ignoraba de reojo y saludaba a chicos mucho mas apuestos que yo, sonreía hacia un costado de su rostro. Me aproximé derrotado, ella no paraba de actuar... Nunca supe realmente quien era su público... En el instante que mis ojos perdían vuelo ella volvía y me sonreía completa, perfecta... Para ella todo era un juego. Me enamoraba la simpleza con la que tomaba la vida, como si fuese el envoltorio de algo más.
Siempre lo lograba, me devolvía la mirada y me devolvía el alma. Y yo absurdo en mi orgullo actuaba ignorando también aquello que era todo a mi alrededor. Era tan mala mi performance que todos podían ver mis intenciones, ese fatuo fuego en mi interior que delataba mi transparencia vibraba sólo con ella... Pero todos lo veían menos ella, ella que terminaba por concluir sus encantos con un gesto sutil de tristeza y yo prisionero de mi mismo trataba consolarla ofreciendo no más que mis torpezas.
Y así cada día me encantaba más, cada día intentaba llegar a su boca. Cada día el temor anticipaba mis ganas de matarla libremente como se matan aquellas almas en perfecta sintonía.