La fui a buscar a la facultad, era una tarde que no se terminaba de entender. Yo había tomado algo, era fuerte... Me cambiaba...
Me detuve para observar la pasarela, eran piedras de diferentes tamaños, colores y formas; parecían moverse, como si el suelo fuese victima de un temblor gelatinoso, podía percibir las ondas de calor que emanaban, sentía que algo me decían. Me vi tentado a tocar aquella pasarela pero me rescató la bocina de algún auto vagabundo y recordé algo... Algo sobre la sociedad, el que dirán y lo que esta bien visto.
Alcé la mirada hacia el final y ahí estaba ella, nunca la consideré hermosa pero ahí estaba y me observaba. Ella, toda completa y perfecta, hermosa...
Me ignoraba de reojo y saludaba a chicos mucho mas apuestos que yo, sonreía hacia un costado de su rostro. Me aproximé derrotado, ella no paraba de actuar... Nunca supe realmente quien era su público... En el instante que mis ojos perdían vuelo ella volvía y me sonreía completa, perfecta... Para ella todo era un juego. Me enamoraba la simpleza con la que tomaba la vida, como si fuese el envoltorio de algo más.
Siempre lo lograba, me devolvía la mirada y me devolvía el alma. Y yo absurdo en mi orgullo actuaba ignorando también aquello que era todo a mi alrededor. Era tan mala mi performance que todos podían ver mis intenciones, ese fatuo fuego en mi interior que delataba mi transparencia vibraba sólo con ella... Pero todos lo veían menos ella, ella que terminaba por concluir sus encantos con un gesto sutil de tristeza y yo prisionero de mi mismo trataba consolarla ofreciendo no más que mis torpezas.
Y así cada día me encantaba más, cada día intentaba llegar a su boca. Cada día el temor anticipaba mis ganas de matarla libremente como se matan aquellas almas en perfecta sintonía.
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