viernes, 2 de octubre de 2009

#66

No sé lo que escribo, estoy cargado, sólo sigo…

Estábamos perdidos entre paisajes de verde humedad, bajo siete soles parientes. Sólo podíamos sonreír, no parábamos de correr. Infinitos nos sentíamos al respirar aquella dulce humedad como vida que es presente.

Del pasado aprendimos buenos recuerdos, entendimos esta inocente rueda. Aquí hay ríos de la más clara agua, cristalina y blanca como la Luna nos dibuja su fondo, pequeñas piedras que supieron ser montañas.

Sobre un mar de vida se desplaza el viento, nos trae personas y momentos. Tan inciertos como donde descansa el destino. Miles son las formas del sonido, cuyas almas son de cuerpo en cuerpo. Un canto que ha de olvidarse tan sólo para volver.

Solemnes montañas que ya cumplieron su misión, duermen como fría tierra que ha de caer sobre sus pies. Lo saben todo, han visto el cambio. Y una vez más, como ya hicieron hace tiempo, nos ven ante sus fundamentos tan circulares de preguntas como aquellos en su momento.

Si no se entiende es porque soy yo, bajo siete soles parientes.