lunes, 30 de junio de 2014

#177

Lunes por la madrugada. Domingo después de doce. Anoche. Antenoche.

Camino ligero por el desolado centro de mi ciudad. Un conocido que perdí calles atrás aún resuena en la distancia, sus pasos quedaron como únicos testigos de su presencia.
Una manada urbana de perros me persigue y protege por varias cuadras, hasta que su fidelidad cambia, como cambia el viento, cuando una chica pasa por la vereda del frente. 

Aspiran a la belleza. - Pensé.

Me detengo en mi mente mas sigo caminado, admiro la facilidad con la que estos caninos tienen control sobre sus propios asuntos. Esa simplicidad con la que sus capacidades presentan el mundo. He aquí una de las criaturas más sencillas conocidas, gozando de absoluto control sobre todo su entendimiento. Son perfectos dentro de su propio cuadro, en un museo de todos, sin dueño.
Nosotros en cambio, perdimos la receta a mitad del camino y claramente nos sobrepasamos con algunos ingredientes.

Si, ya sé. No es que sepamos mucho pero algo sabemos. Se que hace frío por ejemplo, puedo expresarlo con las palabras que escribí inmediatamente antes que esto. Pero las palabras son inventos que por consenso de una mayoría construyen ideas, ideas en las que rara vez estamos todos de acuerdo.
Pero llanamente es frío, lo entienden, lo sé. Sin embargo es soportable, agradable de tanto pensar para adentro. Me refresca la cara, me mantiene despierto. Evita que hiervan mis pensamientos y se evapore la cordura.
Voy apurado vaya uno a saber por qué. En mi camino cruzo sombras que visten rostros atentos y quietos. Presumo que todos con destinos diversos. Muchos buscando ganar aquella lotería de sueños que sólo los optimistas crónicos mantenemos.
Parecemos vestir cadenas, las padecemos. Aún así son fantasmas, fantasmas cuya carne esta hecha de nuestra sangre y nuestros miedos. Mas no lo sabemos. Mas no queremos.

Alcancé a vislumbrar una pareja ejercer la pasión momentos antes de que un taxi me aceptara como su pasajero y entendí porque el ser humano vive el presente. Supe también que habría de olvidarlo todo en breve y así fue.
En el camino el taxista habló, alguien intervino a mi favor y respondió.
Me detuve una vez más: Esta vez en las siluetas de incontables negocios, edificios y casas, decorados por árboles, luminarias y perros, una vez más dando forma y lugar a mi vuelta al hogar.
Reflexione sobre cómo se repite todo en tanto ir y venir, cómo todo es distinto en cada momento.
¿Así será que se vuelve imperceptible el cambio?
¿Así será que cuando nos cae la ficha es porque estamos viejos?

¿Seguirá esa chica, que mi corazón generoso imagina bella, caminando?
¿Seguirá protegida por aquella manada de perros?
De un impulso resistí el sueño, escribí, cumplí. Confirme lo que decía el viejo al comienzo.
Sólo se trata de observar.

jueves, 26 de junio de 2014

#176

A la mañana me acuesto con el día pero a la noche me acuesto con tu voz.

Me levanté, no ha de ser ésta la primera vez, segurísimo estoy. Que la percepción se fatiga de tanta uber-modernidad, que el monitor de turno te ha inventado un nuevo Bin Laden que tenés que odiar o amar. Son los Némesis de la humanidad que hacen tangibles los cimientos de las mentiras que mantienen todo en movimiento. Quizás en un futuro le toque serlo a tu mamá, tu vecino o ese cachorro que siempre quisiste pero no pudiste tener.
Todo puede llegar a ser real si te lo dicta el señor del guante que guarda la verdad. Pero bien adentro sabes que eso esta mal: Todo es real menos vos y aquello que tocas, tus sentimientos y lo que pensas. La vida es un gran telar de arañas donde cada una con un color de esa paleta inacabable de opiniones le dan origen y forma al universo.
Superpuestas las arañas con su individual color, todas sin saber de los demás, sin saber que todo alrededor es un acuerdo del inconsciente colectivo para hacerle frente a la misma nada.
¿Nosotros las arañas? No lo sé, no lo creo.
¿Victimas nosotros? ¿De qué? Si no sabemos nada.
Que la resaca es cuesta arriba una vez más, que hoy es martes, mañana viernes y pasado lunes.
Que casi todas las cosas vuelven a comenzar si podes contar hasta siete.
Que estas seguro del ruido que hace la madera si la golpeas, que casi siempre te equivocas.
Que hoy suena Charly en tu habitación.
Que hay canciones que hasta el ultimo día de tu vida vas a cantar.
Que no hay nada que te de más paz que no saber un carajo de lo que vendrá.
Que si suenan esos acordes podes volver a respirar.
Que si te cruzas con alguna araña la saludas y la dejas pasar.

lunes, 16 de junio de 2014

#175

Me gustaría poder dibujar, tener talento para hacerlo.
Me gustaría así puedo recrear los lugares con los que sueño: Ciudades silvestres de asfalto amarillo y rojo, rotondas que por momentos son cimas de montañas urbanas. Barrios de gente bien, allá en el extremo sur de nuestro país. Arriba un incontable mundo estrellado y abajo un interminable circuito de autos que exhalan su cuota de humo blanco a la noche.
Caminaba por allí, en gran parte enojado por la imprudencia de una antigua conductora y unos cuantos semáforos en rojo. Me detuve cuando subí, siempre es así. Soñé con un paisaje y no pude seguir, aún omnisciente perdí mi guión y prisionero sólo pude observar.
Pero despierto y escapa de mis manos, pierdo lentamente y todo vuelve a descansar al limbo.
Puedo sentir como muere la imagen, puedo oír el ruido de las figuras al romper con el tiempo, cada vez son menos una captura y más un sentimiento, un tenue velo de lo que supieron ocasionar en mí. Siempre se repite y las pierdo, queda lo que alguna vez fue y no recuerdo.
Un mundo donde todos son barrios de gente bien. ¿Habrá sido eso?

Aquellos espacios entre cada sonido de tu canción favorita... Donde viven las gotas de lluvia que te acompañan cayendo, esperando que seas su Cielo.