Lunes por la madrugada. Domingo después de doce. Anoche. Antenoche.
Camino ligero por el desolado centro de mi ciudad. Un conocido que perdí calles atrás aún resuena en la distancia, sus pasos quedaron como únicos testigos de su presencia.
Una manada urbana de perros me persigue y protege por varias cuadras, hasta que su fidelidad cambia, como cambia el viento, cuando una chica pasa por la vereda del frente.
Aspiran a la belleza. - Pensé.
Me detengo en mi mente mas sigo caminado, admiro la facilidad con la que estos caninos tienen control sobre sus propios asuntos. Esa simplicidad con la que sus capacidades presentan el mundo. He aquí una de las criaturas más sencillas conocidas, gozando de absoluto control sobre todo su entendimiento. Son perfectos dentro de su propio cuadro, en un museo de todos, sin dueño.
Me detengo en mi mente mas sigo caminado, admiro la facilidad con la que estos caninos tienen control sobre sus propios asuntos. Esa simplicidad con la que sus capacidades presentan el mundo. He aquí una de las criaturas más sencillas conocidas, gozando de absoluto control sobre todo su entendimiento. Son perfectos dentro de su propio cuadro, en un museo de todos, sin dueño.
Nosotros en cambio, perdimos la receta a mitad del camino y claramente nos sobrepasamos con algunos ingredientes.
Si, ya sé. No es que sepamos mucho pero algo sabemos. Se que hace frío por ejemplo, puedo expresarlo con las palabras que escribí inmediatamente antes que esto. Pero las palabras son inventos que por consenso de una mayoría construyen ideas, ideas en las que rara vez estamos todos de acuerdo.
Pero llanamente es frío, lo entienden, lo sé. Sin embargo es soportable, agradable de tanto pensar para adentro. Me refresca la cara, me mantiene despierto. Evita que hiervan mis pensamientos y se evapore la cordura.
Voy apurado vaya uno a saber por qué. En mi camino cruzo sombras que visten rostros atentos y quietos. Presumo que todos con destinos diversos. Muchos buscando ganar aquella lotería de sueños que sólo los optimistas crónicos mantenemos.
Parecemos vestir cadenas, las padecemos. Aún así son fantasmas, fantasmas cuya carne esta hecha de nuestra sangre y nuestros miedos. Mas no lo sabemos. Mas no queremos.
Alcancé a vislumbrar una pareja ejercer la pasión momentos antes de que un taxi me aceptara como su pasajero y entendí porque el ser humano vive el presente. Supe también que habría de olvidarlo todo en breve y así fue.
En el camino el taxista habló, alguien intervino a mi favor y respondió.
Me detuve una vez más: Esta vez en las siluetas de incontables negocios, edificios y casas, decorados por árboles, luminarias y perros, una vez más dando forma y lugar a mi vuelta al hogar.
Reflexione sobre cómo se repite todo en tanto ir y venir, cómo todo es distinto en cada momento.
¿Así será que se vuelve imperceptible el cambio?
¿Así será que cuando nos cae la ficha es porque estamos viejos?
¿Seguirá esa chica, que mi corazón generoso imagina bella, caminando?
¿Seguirá protegida por aquella manada de perros?
De un impulso resistí el sueño, escribí, cumplí. Confirme lo que decía el viejo al comienzo.Sólo se trata de observar.