martes, 27 de octubre de 2015

#218

Artesanos de enfermedades, ignorantes del gran Ra americano, llegaron con la invención del pudor. Trajeron su libro y los nombres de las cuatro estaciones.

Es húmeda mi ciudad, es una brisa cuando la tarde cae y la noche aún se resiste de ser.
Es un punto de inflexión elemental, las cuatro energías de la especie humana moderna y su árbol padre sin raíces:

  • La hiper-información, esos primos mutantes de la electricidad y su affaire inevitable con la comunicación. 
  • El sexo y el vapor, lo nuclear del diablo, el callejón vacío y su temblor inconsecuente que refleja millones de penas en algún que otro continente, las sirenas lejanas como tragedias de ficción, de películas en Nueva York.
  • Ahogados gritos de gol entre pilares de cuatro paredes y lamparas colgantes, de radios perdidas y bares repletos.
  • Imágenes codificadas, el ser humano, la hormiga, el universo. La necesidad de mentirle a nuestros hijos para seguir viviendo.

Es la gran especie de humanos peces y su buena memoria, ya habiendo olvidado piensan que hubo algo bueno.