El acento en el dos del folcklore nocturno, terca rumba marina que late desde el corazón de la Luna.
Me sirvo en la pausa, te sirvo al pasar.
Mi musa es bien puta y le gusta brillar.
Lleva puesto un vestido de encaje negro, lleno de toda esa gente que se fue bien lejos.
Y nos roba un poco de todos cada vez que la llama su viejo.
¿Qué futuro tenemos los hombres después de tantos siglos a los besos sin poder concretarla?
¿Y qué nos trepa por el bobo cuando nos compadecemos de su viejo?
¿Y de qué tregua me hablás cuando le rezas a la cofradía de almas sedientas?
Que por culpa de ese Dios pagaron por querer ver más de lo que supieron entender.
Y esa Luna maldita licuada al frappé de repetirnos sin saber porqué.
Vos. ¿Qué verdad incompleta tuviste que decir para verla?
¿Qué te pica que tanto la devorás?
¿Qué nos importa rimar y permanecer con el brazo en alto brindando?
Si la espuma siempre apura y de reojo los vasos transpiran.