El huracán, la novedad, lo que no esta escrito.
Esto es, todo aquello que no esta escrito.
A veces sueño poder escapar de esta narración, en mis sueños soy consciente de esta prisión de argumentos cíclicos e incoherentes.
En la vigilia busco encontrarla, darle un cierre a este mundo que ya terminó y se olvidó de sus hijos.
Pero están escritas mis decisiones al despertar y es inevitable sucumbir a un segundo plano, un espectador impotente que perdió su oportunidad de leer la última página del libro.
Hace ya un tiempo dejaron de importar los relojes, desde que nunca más se hizo de día y sus testigos desaparecieron misteriosamente, a nadie parece importarle la hora, a nadie salvo por aquel detective.
Son las 7 PM.
Lo conocí dentro del corazón de todos los suburbios, un castillo de cristal de licor, humo de marihuana y ruido. Tomaba un ruso blanco, llevaba puesta la mirada perdida, parecía que pensaba en nada y se mentía. Me habían hablado de él, solucionaba con la verdad, cobraba con la energía vital de las resoluciones ajenas, te leía los labios mirándote a los ojos.
Le hablé de ella en detalle.
Me preguntó si la amaba y no me dejó responder. Se levantó, prendió un pucho y vistió su rostro con el humo. Me ofreció un reloj.
Mañana. 9 PM. Nuestras 9 PM. - Dijo.
El ruso blanco se perdió entre manos oportunistas. Mi distracción apenas pudo alcanzar su silueta al salir.
En mi palma una servilleta y el lugar de encuentro.