Observo dispuesto hacia el Sur, como todo viajante de mi tierra templado a mate amargo y esperanza.
En una esquina su silueta de niña hecha mujer le quita detalles al paisaje: Un farol, un semáforo roto y ese manojo de baldosas cansadas acompañan el cuadro de su silueta. Mis retinas anhelan inquietas mantener la figura de su forma a través de ese puñado de sueños y vigilias que han de componer mis días.
Una vez más y otra observo su silueta y pienso lo afortunado que es uno al presenciar ese sinfín de curvas atadas a fuego blanco y destino, sentido milagro de la vista.
La idea cae junto con el rocío de Luna que bendice al desierto pampeano, yo en velocidad desde la ruta siento como se hace tangible el sentimiento de la noche: El eterno llanto de plata con que se disculpa la Luna por tanta hermosura.
Una vez más y otra pienso en su silueta, ya pasó algún tiempo pues tengo que recurrir al recuerdo.
La idea cayó del cielo: Todo está hecho de su silueta.
Silueta en la mancha, silueta que curva en el punto y destino.
Silueta te creo, silueta sos fiel a los sueños.
Deja vú, silueta que curva en si misma hasta el círculo: Silueta me vuelvo.
Silueta dibuja la ruta, silueta que marca: Silueta en un mapa.
Silueta que pasa debajo del puente, silueta en el río.
Silueta que tiembla, un calambre: Placer que da el hambre.
Silueta en el hielo que flota, silueta que muere en la forma: Silueta que embriaga.
Silueta en el fuego.
Silueta que matan mis ojos, silueta me duermo: Silueta despierto.