miércoles, 23 de diciembre de 2015

#220

La penumbra, la construcción de un ciclo maquinario, la necesidad de leer para escapar de una humanidad obsecuente en su incomodidad. El calambre de mis dedos torcidos y su olor a cigarrillo traicionándome.

En las esquinas del viejo barrio, la bruma de un verano tardío complica la transatlántica costumbre de vivir mirando al norte, las lucecitas de navidad haciéndose pasar por estrellas.

Los diferentes dueños, guardianes del jardín de las edades, y su recorrido apelante; En constante desafío de los designios del gran imán que junta átomos pariendo formas bajo las reglas de la flecha del tiempo.

¿Qué me llevó hasta aquí? ¿Qué me impide abandonar mi existencia?
Mi mente se vuelve insoportable ante la quietud, lo asfixiante de estar sumergido en el silencio.

Debía de resolver un caso tras otro, debía de llevar mi celular a todas partes, hasta en el baño. Me preguntaba la hora mientras orinaba, me preguntaba por qué.

La batería y los impuestos, los supuestos y el debate interno, la sociedad y los precios. Todo cabe en un instante y para siempre en la mente de los hombres, todo tiene sus etiquetas de diseño y su pequeña porción de selección artificial. El gran colador tiene cemento, smog y una pizca de neón.

Ya podrán entender por qué no me gusta esperar. 
Me estoy quedando sin batería y la música es suficiente, al menos hoy!