lunes, 6 de agosto de 2012

#107

Era un sueño, de esos de temer y olvidar. Era un taxi, su destino equivocado, desconocido... Mis acompañantes, conocidos sin rostro, una sensación de pertenencia hacia los extraños propia de los sueños. 

Llegamos a un lugar, se sentía como un obstáculo en mi camino. Una iglesia, alta como ninguna, cuya forma cambiaba lentamente, alrededor caminos circulares formaban un estacionamiento, todo aquello parecía abandonado. Había también un puente, que parecía no tener ingreso, servía de túnel, como estableciendo un punto de vuelta atrás. Volví al taxi, minutos antes, sabía a donde iba, entendí que se tenía que justificar el déjà vu que iba a experimentar, y la iglesia llegó otra vez, pero era distinto... 

Debajo de aquel arco que formaba el puente, había un cuerpo y era cierto que estaba muerto. El hecho que estuviera rodeado de velas me lo decía. A través del túnel se podía ver el estacionamiento repleto de velas de tamaños irreales. El déjà vu se mantuvo ausente frente al terror que experimentaba, mis acompañantes parecían inexistentes ante la inminente derrota que significó encontrarme también con decenas de figuras que con cuyas ropas negras parecían quitarle su propósito a las llamas. 

Era inminente que vendrían a buscarnos, era inmediato pensar en un destino inerte. Quería huir, pero el conductor corría hacia el cuerpo, lo quería salvar. Ahí supe que no había lugar en un sueño para tanta irrealidad, que la situación suponía algún mensaje pues nada sin propósito hace tanto tanto eco en uno. Entendí que el déjà vu no debía pasar, que no tenia que volver a empezar y pensé que quizás ese cuerpo era yo, el miedo había frustrado mi propia salvación, verán el instinto también puede fallar.


Pero el sueño no pudo concluir, la imagen se congeló, el tiempo se estiró infinitamente hacia la inerte soledad de un cuadro... Si, destino inerte. Y desperté.

Sobre mis propios pies pensé y al costado de esa cama olvide mi sueño, al fin y al cabo era de esos de temer y olvidar. Tenía ganas que lloviera, quizás para ir recordando la primavera o quizás para apagar esas velas. ¿Había vuelta atrás?