Estábamos en una especie de café, afuera una lluvia torrencial impedía el ingreso, el lugar era nuestro.
Les vi en cámara lenta, éramos ese puñado de semillas de truco que casi llega a quince...
Ellas con sus labios rubí que servían de camuflaje frente a la ebriedad de unas copas tan vacías como llenas de historias, ellos con sus juegos de manos y miradas punzantes que buscaban el punto g de lo implícito, esa señal inconfundible que no deja margen de error, que abre las puertas del placer y el miedo, ese movimiento final e inicial que le da sentido a tanto licor y tan poca visibilidad.
Algunos fruncían los labios cuando fumaban, entrecerrando los ojos al exhalar, pitada tras pitada repetían el ritual, era una especie de tic social. Me encontraba absorto en ese pequeño reducto de tiempo y detalles y no escuché la primera vez que se dirigió a mí...
¿Qué? - Exclamé.
Que te dije que me dejes de mirar las tetas. - Repitió, claramente.
Sonroje, transpire, suspire, la miré y entendí... Eran de ese tipo de pieza que completan fugazmente a cualquier hombre.
¿Si te digo que en realidad no las estaba mirando, si no que estaba pensando me creerías? - Respondí.
No y no quiero sonar creída por eso pero si te hubieras visto la cara me entenderías. - Replicó.
Esta bien, igual me preocupa más estar tan colgado, debería haber estado realmente mirándolas. Te invito un Whisky, es lo mínimo que puedo hacer. - Dije y sonrió.
Los demás desviaron la atención, el momento tenso pasó y la dosis de humillación ajena fue adecuada.
Me podrías decir que estabas pensando y no te hagas la idea, no vas a levantar a nadie si empezaste mirándole las tetas así. - Aconsejó.
Ok, te tomo como una lesbiana con buenos pechos. - Respondí y me sentí completamente estúpido.
¿A todas las mujeres con las que no tenes posibilidades las tomas como lesbianas? - Pregunto fastidiada.
Son mecanismos de defensa... Y decime, ¿Cuándo fue que saliste del clóset? - Respondí y sentí un aíre frio.
Le gustó mi forma de ser, me pareció extraño ya que no me considero una persona agradable en absoluto. Luego de una ilustradora conversación acerca de un chef y su pequeña adicción a la marihuana, la falta de atención en los detalles del menú y de cómo la lluvia volvía idiotas a las viejas, se excusó para ir al baño. Recordé un poema que leí en uno de los baños de mi facultad...
Cagar es un placer; de cagar nadie se escapa;
caga el rey, caga el Papa, caga el buey, caga la vaca
y hasta la señorita más guapa hace sus bolitas de caca.
y hasta la señorita más guapa hace sus bolitas de caca.
Me reía solo y la vi caminar, sus piernas completaban la figura...
Si me pudiera acostar con ella, mañana no habría más problemas, dejaría resuelta en el olvido cualquier demanda que me haga el mundo para sobrevivir, abandonaría esta vida como un hombre fugazmente completo.