viernes, 22 de noviembre de 2013

#156

Cuando tengo ganas de llorar aguanto, tomo una bocanada de aire y con los cachetes inflados aguanto. Me trago el aire.

Hay tantos lugares, aún más desde el movimiento que transfigura los faroles de mi ciudad, es ese gran trasportador que cobra vida y simplifica todo en la distancia, es una gran fiesta de líneas blancas, amarillas y rojas. Iridiscentes figuras que chocan entre sí, se mienten, se dejan, se abrazan y vuelven. Pero tan complicadas crecen que logran abrumar mi ventanilla y desaparecen.

Hay tanto de lo viejo y de lo nuevo, hay tanto en todas partes... En la pareja que empuja un automóvil derogado de atención, en el sonido de unas llaves golpear entre sí al ritmo del trote descuidado de ese niño de los mandados que hace su labor fuera de turno, quizás sea pan rallado que su mamá usará para unas milanesas que recordará toda su vida.

Me inspira la noche templada, me inspiran los contornos que dibujan las sombras y ese olor a lluvia que sueño que vendrá. Quizás sea la Luna que brilla y cautiva aquellas almas que no la pueden dejar de adorar, que se mecen en su misterio y no la quieren cambiar.

Me quiero cuidar de la forma en que me dirijo a vos, se que uno inevitablemente termina por extrañar pero más vale extrañar que extrañar y lamentar. Se que te sueño y me soñás, te escucho y me preocupas. Es el reloj que sigue en la pared y sus agujas señalan omnipresentes aquel destino más alla del destino, los muros con los que todos eventualmente hemos de chocar, el mar...

Me detengo en una ciudad que tanto recorro y en la que rara vez se a donde ir... Me detengo y busco en mis bolsillos una llave pero nunca se que es lo que hay que abrir. ¿Será la conciencia? ¿Será cuestión de almas gemelas? ¿Será tomar de la mano al extraño y olvidarlo como tal?
¿Necesitaré una llave? Quizás se olvidaron de cerrar al salir.

¿De qué cuadro sos? ¿Qué talle sos? Y decime, ¿Generalmente sos vos o te cambias?

Tomo un sorbo mas y el cristal se escapa entre mis dedos, lo puedo observar burlándose en la caída. Pienso en el precio de la copa y en la invaluable bebida que contiene, pienso en la poesía rubí que dejara en el suelo, pienso en lo inevitable del destino, pienso que no se me hace extraño que las piedras en mi camino sean cristales rotos y vino. ¿Por qué no tome un sorbo más largo? Pienso y escribo.

Reite del bastón y de su ciego, reite de mi y de vos, de que no hay tiempo.

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