La música no me deja escribir, suena cada vez más fuerte. Me obliga a sentir a las apuradas, escupiendo las ideas, sin censura. Surrealista expresión. Esto es filosofía barata, es descripción de lo vivido con un poco de locura.
Autos que vienen y que van, dejando el viento nada más.
Veamos:
Miraba el monitor, espejo condición. Reflejo con derechos de autor. Pedía café, siempre pedía café. Transformaciones de ojos despiertos, veloces y tóxicos. Tiembla el cuerpo, es la emoción. Tiembla al sonar el réquiem de este laborioso sólo de voz. Sudor en la espalda del que camina en la noche sin saber del frío. Sudor que es destino ya conocido, que el caminante ha repetido. Caminar es conocer los momentos, ver gente repetir movimientos que para todos cada vez más nuevos.
Llorando como un niño que cayó, llorando del susto sin dolor. Besos en el cuello, ¿Quién no quiere besos en el cuello? El perfume de la ropa es pasado agridulce, es sonrisa de puños cerrados. Las miradas de a momentos y disfrutar de los silencios. Ya me tiemblan las manos, al café se le fue la mano. Intoxicado trato de volar, aunque sólo sea para encontrar reposo en el árbol más alto. Jugando me alejo, viendo los dados caer entre los vasos que habré de tomar. Pienso: “Este instantáneo tiene que terminar”.
Autos que vienen y que van, dejando el viento nada más.
Veamos:
Miraba el monitor, espejo condición. Reflejo con derechos de autor. Pedía café, siempre pedía café. Transformaciones de ojos despiertos, veloces y tóxicos. Tiembla el cuerpo, es la emoción. Tiembla al sonar el réquiem de este laborioso sólo de voz. Sudor en la espalda del que camina en la noche sin saber del frío. Sudor que es destino ya conocido, que el caminante ha repetido. Caminar es conocer los momentos, ver gente repetir movimientos que para todos cada vez más nuevos.
Llorando como un niño que cayó, llorando del susto sin dolor. Besos en el cuello, ¿Quién no quiere besos en el cuello? El perfume de la ropa es pasado agridulce, es sonrisa de puños cerrados. Las miradas de a momentos y disfrutar de los silencios. Ya me tiemblan las manos, al café se le fue la mano. Intoxicado trato de volar, aunque sólo sea para encontrar reposo en el árbol más alto. Jugando me alejo, viendo los dados caer entre los vasos que habré de tomar. Pienso: “Este instantáneo tiene que terminar”.
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