
Todo está muerto plateado este domingo – Me dice el sol de cuna del alba. Las calles están vacías, el temor es cuestión de la luz del día.
En la esquina aquella que sobrevivió al tiempo, dos viejos hablan del pasado, su viviente presente, mientras acarician mascotas del momento, orgánico remedio de la soledad. Encuentro sus ojos ciegos de placer ante el ocaso de la vida, viendo las noticias girar y girar al ritmo de algo que ya esta tan cansado de estar mal. Los oídos de sus dioses, atentos, aguardan el canto final. La noche del alma, último nacimiento. Lírica poesía que viene sublime entre el viento salado de este gran desierto (Desierto que es costumbre y casualidad, que le dicen vida.) para cumplir su destino, nuestro destino.
Las lágrimas que irán a dejar serán de la costumbre, olvidados por el Sol y recordados sin remedio.
En la esquina aquella que sobrevivió al tiempo, dos viejos hablan del pasado, su viviente presente, mientras acarician mascotas del momento, orgánico remedio de la soledad. Encuentro sus ojos ciegos de placer ante el ocaso de la vida, viendo las noticias girar y girar al ritmo de algo que ya esta tan cansado de estar mal. Los oídos de sus dioses, atentos, aguardan el canto final. La noche del alma, último nacimiento. Lírica poesía que viene sublime entre el viento salado de este gran desierto (Desierto que es costumbre y casualidad, que le dicen vida.) para cumplir su destino, nuestro destino.
Las lágrimas que irán a dejar serán de la costumbre, olvidados por el Sol y recordados sin remedio.
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