Y cada vez se volvía más oscuro al caminar. Esta deliciosa y compleja armonía se dedicaba a morir, para renacer de sus propias tinieblas. El corazón se aprovechaba de la situación, sus pasos eran agigantados y fuertes pero silenciosos. No me dejaron pensar, y así caí en esa trampa. Trampa que alguna vez supe ver en mis premoniciones, que más de una vez dije que no iba a encontrar. Y ahora sólo queda esta gran ruleta que ya no es dueña del azar.
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