Vamos damas y caballeros, a los saltos por favor.
Hay quienes adornan celosos guantes de lisérgico talle.
Babeándose las manos por retinas de paisajes bailables.
Hay quienes no saben gozar la fiebre salada.
Robándose de a poco la piel por tan sólo no abrigar.
Hay quienes aún escuchan los gritos sin amor.
Jugándose a morir por dar vida a sus heridas.
¿Cómo será decirle al oído?
(¿Y acá qué va?)
Entender si este final es un preludio.
Hay quienes no paran de inventar estas historias de ocasión.
Escapándose entre pasillos plateados por el ordinario miedo.
Escapándose entre pasillos plateados por el ordinario miedo.
Por perder la voz…
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