“Cuando quieras…”
“Ahora quiero.”
La noche era simplemente hermosa; un rosa fuego en su extensión, perpetuo y frío negro en las alturas. Estrellas como nunca hubo, tan libres como inalcanzables.
Caminaba ligero, en mis bolsillos un celular que nunca suena, una billetera de papeles sucios, mecha y una larga cadena que abre mis puertas. Sabía muy bien cuando iban y no iban a ser las cosas mas no llevaba reloj. Llevaba los pantalones muy sueltos, parecían caerse lentamente, remera y ojotas blancas, y una camisa verde muy desprendida.
¿Qué día era? Lunes, martes, miércoles… No importaba. Estaba todo cerrado sobre el boulevard, salvo algunas luces en la distancia. Me dispuse a seguirlas en busca de mi veneno. Aquel que al tenerlo entre mis manos sería transformado en el aire que respiro.
Era una noche tan hermosa la puta madre. Y la gente entre sus paredes, tan sordomuda. Era su destino que pobre Luna, le tocó caer en uno de esos días que sólo tienen que pasar. Un aire tan febril que hacía extrañar el verano, olvidar ese invierno que tenemos encima. Perfecto para estar enamorado.
Una persona en la parada del colectivo me miraba mientras pasaba, con sus ojos me dijo: “Es mi hobby esperar el Bondi flaco.” Le devolví la sonrisa y seguí caminando.
Cuando mis pantalones advertían que no podían más, que si paraban se iban a caer; cuando mis ojotas lastimaron mis pies y mi camisa se escapaba entre mis hombros. Ahí mismo supe que tenia que volver mis pasos.
Vivimos escuchando que algo o alguien nos puede matar en cualquier momento.
Caminaba ligero, en mis bolsillos un celular que nunca suena, una billetera de papeles sucios, mecha y una larga cadena que abre mis puertas. Sabía muy bien cuando iban y no iban a ser las cosas mas no llevaba reloj. Llevaba los pantalones muy sueltos, parecían caerse lentamente, remera y ojotas blancas, y una camisa verde muy desprendida.
¿Qué día era? Lunes, martes, miércoles… No importaba. Estaba todo cerrado sobre el boulevard, salvo algunas luces en la distancia. Me dispuse a seguirlas en busca de mi veneno. Aquel que al tenerlo entre mis manos sería transformado en el aire que respiro.
Era una noche tan hermosa la puta madre. Y la gente entre sus paredes, tan sordomuda. Era su destino que pobre Luna, le tocó caer en uno de esos días que sólo tienen que pasar. Un aire tan febril que hacía extrañar el verano, olvidar ese invierno que tenemos encima. Perfecto para estar enamorado.
Una persona en la parada del colectivo me miraba mientras pasaba, con sus ojos me dijo: “Es mi hobby esperar el Bondi flaco.” Le devolví la sonrisa y seguí caminando.
Cuando mis pantalones advertían que no podían más, que si paraban se iban a caer; cuando mis ojotas lastimaron mis pies y mi camisa se escapaba entre mis hombros. Ahí mismo supe que tenia que volver mis pasos.
Vivimos escuchando que algo o alguien nos puede matar en cualquier momento.
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