jueves, 26 de febrero de 2009

Comencemos #3

A: La verdad está en las calles, lo demás es poesía.

B: ¿Dónde estoy?

A: ¿Es realmente importante eso?

B: Ella se desmayo… Los chicos… Todo era demasiado plateado, era ciudad de nubes. ¿Quién sos?

A: Un fantasma. Un retrato de tu conciencia, pintado con los reflejos de tus acciones claro.

B: Los cigarrillos… Soñé con ellos, fumaba y vomitaba sangre. Sabía que me iba a morir pero seguía nadando en un mar de brea, ya sin voluntad mordiendo el limón.

A: Tragando tus errores.

B: Tengo que salir de acá. ¡Correr!

A: Aunque corras hasta que las luces se hagan largas líneas blancas, vas a volver al mismo lugar. La ciudad esta maldita.

B: ¿Qué hacer?

A: Eso no lo puedo responder, está en los designios del gran color la decisión.

B: Algo pasa, me vuelvo lívido.

A: Estas por despertar… De nuevo…

Aunque nunca iba a recordar aquella conversación, la tenía aprendida. Volví a mis cuatro escudos blancos, rodeado de velas negras. Me encontraba en el piso dentro de un gran círculo rojo. Había dormido todo ese tiempo en una posición fetal, vulnerable.
‘Tiene que haber una forma de escapar a mi locura’ – Pensé como queriendo racionalizar.
Había pedido muchos días, hace bastante que no veo el sol. La navaja metrópoli estaba ahí afuera con sus pequeñas brillas de noche titilando la soledad. Ya no hay mas viento, ni en la terraza de la más alta de las torres. No hay remedio para conformar el alma por otro día más. Los teléfonos parecen llegar a ningún lugar, ya no más.

A: Tengo que salir a pintar, buscar gente y pintar…

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