Un formalizado hombre de sombrero azul.
Es pasado símbolo de paz, justicia que ahora tiende a ser seguridad.
Sus botas negras que rechinan ya cansadas de tanto redundar.
Atrapando toda excepción de lo correcto con sus largas garras que son putas del prejuicio.
Tan pesada es su carga que con rabia la promueve.
No entiende que vestir así sólo cambia corazón y alma por sumismos y armas.
Busca aburrir la libertad con novedades y respetos, nada más que su terror al movimiento.
Se divierte cuando ve el sufrir. Pero algo lamenta bien adentro, algo que recoge los despojos de su alma, que son chispas desahuciadas.
Alumbra con disparos aquello que no tiene nombre, aquello que no viste sus colores.
Caminan ya tan juntos. Repitiendo al pie de la letra, designios de sus mal llamados dueños.
(Descripción abierta.)
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