Cuando uno siente pasión se resuelve el mundo.
El capitán sucumbió ante la caída vertiginosa de los astros: Un amanecer que mataba sus sueños y el río ausente en su cauce que recordaba la mortalidad del momento consciente, la caída del estado y las consecuencias de una moralidad biológica y traidora. El capitán construía objeciones hacía lo ineludible del destino, a piedra pómez y pensamientos maquinaba su derrota ante los fugaces líquidos anti-realistas.
Era la última gran guerra romántica, último protagonista del Oscar a mejor actor, harto personaje sobrellevando su propio peso, prisionero del poker interminable que todos imaginan ganando.
Era la última gran guerra, si. No había nada, era el génesis de un futuro cyberpunk, nuestro presente. Una construcción fútil llamada sociedad, la multiplicidad de los libres albedríos.
La caída libre: Nuestra falsa ilusión al decidir por tal o para cual.
La fuerza de gravedad: La inexplicable irracionalidad de la existencia ensimismada.
¿Por qué toma usted? - Me preguntó un cabo en la trinchera.
Porque soy mi propio Dios, porque la frontera entre lo que pienso y lo que hago no existe más. Porque estoy muerto.
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