La situación era apresurada, había despertado horrorizado de mi inconsciente. Afuera la gente decía que llovía, eran las 4 AM. No quería repetirla, no quería recordarla, había sido una pesadilla y temía que tomara su lugar en mis costumbres, aún así:
Demasiada luz para ser las 4 AM, me tomo bastante tiempo procesar la hora que decía mi celular, eran las 4 y pico AM. Sinceramente no se si quiero escribir este sueño, hay recónditos que son oscuros en mi mente para que nadie los pueda ver, pero una parte de mí también sabe que tengo que inmortalizar esa historia para solo así poder olvidarla en paz... Si, recónditos oscuros, aún así:
Todo empezaba al atardecer, me encontraba conversando con una amiga en la entrada de su casa, la cual, en el -por ahora- sueño, poseía un estilo colonial antiguo con un gran jardín que la rodeaba, era llano, puro césped y su color: Si, verde esmeralda. Ella coqueteaba conmigo, yo lo sabía, no era por creído, era evidencia pura. Lo sabía todo, el color del jardín que no podía ver, lo sabía como sabía las intenciones de aquella mujer que vaya uno a saber por que seguía peleando por ser más mujer. Lo sabía todo gracias a la omnisciente primera persona que te dan los sueños: El verde esmeralda que brillaba en la noche, las miradas fijas en los labios ajenos y aquello que mi nuca pudo observar a fuerza de escalofríos e instinto, el miedo que se había vuelto humedad.
Voltee la mirada buscando equivocarme y lo vi ya terminado de pasar al frente nuestro en su bicicleta, me observo maliciosamente con una sonrisa que sólo podía encontrar placer en el despojo y la tortura, sentía como se apagaba todo alrededor. Ella ignoro la situación, me preguntaba por que me había colgado, le pregunte si conocía aquel hombre que había pasado, me respondió que creía que era de su barrio -que tonta, en los sueños todos somos del mismo barrio-, luego me señaló unas figuras que aquel hombre había pintado en las casas vecinas, eran graffitis que resultaban familiares, parecían palabras de alguna lengua muerta. Yo conocía aquel hombre, habíamos compartido otro sueño, omnisciente lo sabía, él había hecho cosas terribles, habían habido otras pesadillas.
Algo me hizo ver que las palabras tenían contornos y que en ellos se encontraba el significado, pero la pintura no tenía textura alguna, no se dejaba sentir, no se dejaba entender... Sorpresivamente ella me mostró que en la parte interior de su labio inferior llevaba bordadas aquellas palabras y siguiendo su juego la besé y -nos iba a matar a todos- entendí...
Empezamos a correr, ella vaya a saber de qué pero me supo comprender, mi preocupación era genuina y sabía contagiarla. Lo curioso de los sueños son los saltos: No hay tiempo ni espacio pero no importa, el progreso argumental se da más allá.
Aparecimos sabiendo que habían desaparecido tres amigos míos, ella no los conocía y pasó a un segundo plano del que no pudo salir jamás. Éramos muchos buscando, miles de llamadas, timbres, calles, ideas, nada funcionaba, nadie me creía tampoco y trataban de convencerme de que no iba a pasar nada malo pero era inútil. Volviendo al lugar donde todo comenzó los encontramos, enterrados hasta el pecho en montañas de tierra, detrás del verde esmeralda... Sentimos alivio pero no duro mucho, pude observar sus rostros y me encontré confundido, tenían horribles ojeras negras, uno de ellos estaba irreconocible, nunca supe quien era.
Comenzaron a despertarse y a moverse y junto con ellos se movió la tierra. Mi ojos se detuvieron en la tercer victima, era una amiga de la vida que emprendía y cumplía sus sueños, con el rostro cansado me observo y levanto su brazo derecho, la tierra se hizo a un lado y vi un hueso: Todo su antebrazo había sido despellejado, solamente su antebrazo que brillaba con el blanco de su hueso expuesto. Al observarse sintió el dolor. Un grito me llevó de vuelta al mundo de las 4 AM.
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