El capitán sostenía su presente, mutando entre decisiones y calamidades. Era privilegiado.
Eran tiempos del fin de los tiempos y la niñez cada vez más un recuerdo.
No es momento de ser elaborado, no hay que darle tanto cuento al proceso.
A todos nos sorprendió el modelo, del Apocalipsis como servicio.
El capitán jugaba con el humo y entre sus manos el frío: A veces blanco, a veces gris, a veces tolerable.
Se preguntaba ¿A qué estamos subscriptos?
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