ME quiero morir cantando Viernes 3 AM, me quiero morir escribiéndole al Sur. No me quiero morir.
ES mi mente que lo dice, es un laberinto de puentes colgantes que sostienen en su paso pilares de sombras flotantes. Propagan sus ideas como una enfermedad benigna, necesaria al fin, comprendida por la historia. No es para sentirse mal, después de todo el desierto también puede ser un laberinto y todos sabemos como aburren las presuntas y malas imitaciones de la nada. Muy Barbie Girl, muy Aqua nena.
PERO volviendo a la pregunta más importante, al punto g que con mi indice toca la figura de tu mente, aquello que hace que el mundo siga, lo que va hilando las decisiones individuales como gotas que conforman el destino de la humanidad:
¿Qué sentiste?
Me espero en el karma de vivir, en el deber del soldado moderno: Jugar a las escondidas con el sol.
Café, necesito café, si. Un café y Adela. Un carrusel.
Me espero en el impulso suicida de este tren, me espero en el espacio entre el por y el qué.
Me encuentro en el cóctel que tomo para soportar despertar, en el pulso que dictan mis venas.
¿Querías una historia? ¿Querías coherencia?
Te la dejo para después, pasa que me encomendaron una misión: Una docena de huevos, una gaseosa, una soda y un peine. Al quiosco voy y esto muere acá.
¿Dónde? Ahí, entre el por y el qué.
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